miércoles, 29 de abril de 2015

¡La hora del cuento!

La actividad del Bloque 3 de Literatura Infantil trata sobre “La hora del cuento”. En clase, por grupos de tres, hemos hecho un taller cooperativo de comunicación literaria preparando una estrategia diferente para compartirlo con los demás: cuentacuentos, narración con libro o lectura.

La estrategia que elegí para el desarrollo de mi actividad fue lectura y el libro que escogí se llama “La Cebra Camila”. Este libro lo trajo una compañera a clase entre otros y cuando lo vi me llamó mucho la atención tanto por las aventuras por las que atraviesa la protagonista como por el ritmo y las repeticiones que existen a lo largo de la historia. Las ilustraciones son divertidas, por lo que, al acabar de leerles el cuento, se les podría enseñar para hablar sobre ellas y satisfacer su curiosidad.

Creo que leyendo un libro a los niños y niñas sin necesidad de enseñarles las ilustraciones que aparecen en él, desarrollamos su capacidad para imaginar y fantasear. Además, es algo imprescindible para cultivar su desarrollo cognitivo.




Pensé en dirigirla para niños y niñas de 4-5 años ya que es un cuento con estructura acumulativa, por lo que hace que sea mucho más entretenido para ellos y fácil de asimilar. Además, les permite participar en su lectura.

La protagonista Camila hace referencia a la infancia y al proceso de crecimiento por el que todos pasamos. El libro también hace pensar en la dependencia que tienen los niños y niñas hacia los adultos y el paso a la autonomía y el descubrimiento del mundo por sí mismos.

En primer lugar, compartí la lectura con mis compañeras de grupo Sandra García y Diana Santisteban para poder intercambiar opiniones, críticas constructivas e ideas para mejorar. No tuvimos ningún problema a la hora de elegir las estrategias ya que al no haber preparado nunca un taller de este tipo, era una nueva experiencia para las tres. Decidimos que lo mejor era repartirnos las diferentes formas de transmisión literaria mirando un poco la personalidad de cada una.

Cuando comencé a hacer la lectura me sentí bastante inexperta, pues al ser la primera vez que intentaba leer un cuento siguiendo unas pautas concretas me resultaba bastante difícil. Me lo preparé en casa antes del taller cooperativo en clase, pero al no recibir feedback no sabía realmente cómo lo estaba haciendo.

Mis compañeras de grupo estuvieron de acuerdo a la hora de darme el feedback. Al ser la primera vez leyendo el cuento delante de ellas estaba más insegura, así que no le di demasiada entonación y me faltó transmitir mayor expresividad al narrar lo que decía cada personaje de la historia. A medida que leía, mis compañeras mostraban más interés e incluso se reían de vez en cuando. Me dijeron que les había gustado mucho el cuento y que debía mejorar también un poco la mirada y hacer alguna pausa para que los niños y niñas no se pierdan y se enganchen con más facilidad.

Después, me puse con otro grupo donde estaban Andrea y Marta Calvo. Esta vez tenía más seguridad en mí  misma y estaba dispuesta a seguir las pautas que me habían dado mis compañeras para mejorar. Creo que me salió bastante mejor, al menos bajo mi punto de vista. Ellas me dijeron que la mirada la dirigía mucho hacia los receptores y que eso estaba muy bien, así que es algo que había podido mejorar desde la primera vez que lo leí hasta ese momento. Una de las cosas que me dijeron es que tenía que ir más despacio para poder dar más intriga a la historia (por lo que coincidieron con Sandra y Diana). Es algo que me cuesta bastante hacer, pues no me doy cuenta de ello. Sin duda es algo que tengo que tener muy en cuenta a la hora de leer el cuento a los niños y niñas en clase. Por otro lado, Andrea me dijo que sería interesante ponerle distintas voces a los personajes de la historia para hacerla más divertida y también hacerles participar con algunos gestos.

Por último, quise intentarlo de nuevo con otro grupo y hacerlo mejor que las veces anteriores. Me puse con Antía y Gissela. Creo que mejoré bastante porque fui más lento, puse mejor entonación, intenté poner distintas voces para los personajes e hice algunos gestos tanto con la cara como con una de las manos. Mis compañeras en este caso me dijeron que podría hacer preguntas al terminar sobre la cebra y que además, podría plantearme leerles el cuento a niños y niñas de 3 años, pues en esa edad se puede observar un cambio de “bebés” a más mayores.


¿Cómo lo haría delante de los niños y niñas?

Una vez ensayada la forma de leer el libro con mis compañeros/as de clase, tengo muchísimo más claro cómo hacerlo delante de los niños y niñas de aula de Educación Infantil.

Lo más importante sería ponerle énfasis y entonación a la historia, cuidando los pequeños detalles y cambiando el ritmo para causar mayor interés. También tener en cuenta todas aquellas cosas que he trabajado en el taller, como las pausas que den más misterio a la historia o las diferentes voces de cada uno de los personajes que aparecen en ella, pues hace que sea mucho más divertida y se involucren mucho mejor.

Otra de las cosas que sin duda tendría en cuenta es el volumen de la voz; dependiendo del momento hablaría más alto o más bajo. Además, no olvidaría la expresividad y los gestos durante la lectura, así que, tendría que practicar un poco más para que me salieran de forma natural.

Al acabar de leer el cuento, podría preparar algunas preguntas para que los niños y niñas pudieran interactuar tanto conmigo como con sus compañeros. Por ejemplo:

¿Os ha gustado el cuento que os he leído?
¿Alguien ha visto alguna vez una cebra? Y… ¿Cómo es?
¿Creéis que la Cebra Camila era muy traviesa?, ¿vosotros hacéis caso a lo que dicen papá y mamá?
¿Qué animales recordáis de la historia?

Estas serían algunas de las preguntas que creo que podrían ser muy interesantes para tratar distintos temas, sobre todo relacionados con los animales. También se pueden trabajar las emociones.

Por último, creo que dirigir la mirada hacia los receptores es algo fundamental, pues podemos transmitirles muchas más cosas mirándoles a los ojos.



Autoevaluación:


Esta experiencia me ha servido para aprender cómo puedo leer un cuento a los niños y niñas de Educación Infantil y qué estrategias puedo utilizar para poder despertar y aumentar su interés por la misma. Además, creo que es importante que entiendan la lectura cómo un elemento para disfrutar y divertirse.

En un primer momento pensé que me iba a ser bastante difícil leer de manera expresiva y hacerlo con fluidez utilizando una entonación adecuada y sabiendo dónde hacer pausas. Después, gracias a mis compañeras de clase, he podido mejorar mucho esos aspectos. No obstante, ha sido poco tiempo el que he podido dedicar a realizar la actividad recibiendo distintos feedback para tomar nota de las cosas que tengo que tener en cuenta para hacer una buena lectura e involucrar a los niños y niñas en ella de forma activa.

Creo que el día de mañana, como futura maestra de Educación Infantil, debo seguir trabajando no sólo con esta estrategia de transmisión de literaria, sino con las otras dos, pues es fundamental para que los más pequeños puedan comprender distintos tipos de textos adaptados a su edad y desarrollar su pensamiento. Además, si soy capaz de leerles de forma adecuada un libro, los niños y niñas pueden desarrollar su imaginación y creatividad.

Otro punto importante es que, gracias a la lectura, se desarrollan actitudes emocionales y positivas que luego podemos transmitir a los niños y niñas en el aula. 

sábado, 11 de abril de 2015

Adaptación de "La Princesa y los Siete Bandoleros"

En esta entrada de mi blog voy a realizar la actividad 2 de la asignatura de Literatura Infantil relacionada con los textos folclóricos. Esta actividad consiste en la adaptación de un cuento llamado “La princesa y los siete bandoleros” que se puede considerar la versión española de “Blancanieves y los siete enanitos”.

Me voy a centrar en los niños y niñas de 5-6 años para hacer la adaptación, aunque creo que la historia está pensada para niños más mayores, del tercer ciclo de Educación Primaria ya que son capaces de comprender numerosas cosas que se parecen a la realidad en la que vivimos.

“ISABELLA Y LOS SIETE CABALLEROS”

Érase una vez un Reino al sur de  España, situado en una zona con muchas montañas y grandes bosques, en la cordillera de Sierra Morena. En este Reino, como en todos los reinos, había un rey y una reina, que tenían una hija, la princesa Isabella. Al poco tiempo de nacer, la reina se puso muy enferma y murió. Esto hizo que el rey estuviera muy triste durante los primeros años, pues era la persona más importante que hasta ese momento tenía en su vida, junto con su hija, a la que tendría que sacar adelante sólo a pesar de tener criados, ayudantes y personas de confianza en el Reino. También convivían con magos, brujos y hechiceros, los cuales se ocupaban siempre de protegerlo.

El rey, cuando Isabella fue creciendo, decidió que era el momento de regalarle un colgante que siempre llevaba su madre en el cuello con una foto y después le dijo: “Toma hija mía, acuérdate de llevar esto siempre contigo porque, pase lo que pase, te protegerá. Nunca olvides quién eres”.

Un día, por los jardines del Reino, paseaba una mujer muy bella llamada Anastasia que, aparentemente, era muy agradable. El rey cuando la vio no dudó en interesarse por conocerla y, al poco tiempo, se casó con ella. Empezaron a vivir una nueva vida y ésta parecía querer mucho a la pequeña Isabella.

Isabella era muy guapa, agradable, dulce, risueña. Todo el pueblo la quería mucho, pues se portaba muy bien con los demás y les ayudaba siempre que podía. Esto, como es habitual, no le hacía ninguna gracia a su madrastra y empezó a tenerla mucha, mucha envidia. Así, cada día que pasaba la quería menos, y decidió trazar un plan para deshacerse de ella.

Cuando Anastasia tuvo todo pensado, llamó a uno de los hechiceros del Reino para que se la llevara muy lejos, más allá de las montañas y los grandes bosques y así, la hiciera un conjuro para convertirla en rana y que no pudiera regresar jamás. De esta manera, tendría vía libre para quedarse con todo lo que le pertenecía a la princesa y, más adelante, intentaría conseguir el poder de todo el Reino deshaciéndose también del rey.

Isabella, que era muy inocente y también algo curiosa, se fue con el hechicero que conocía desde que nació, el cual la engañó y le dijo que la iba a enseñar un hechizo muy valioso e importante para ella. Pero, al adentrarse en un lugar muy oscuro, empezó a inquietarse. Entonces le preguntó: “¿Qué hacemos aquí, Peter? Tengo frío y estoy asustada”.

Peter, que en realidad la tenía mucho cariño por lo buena que era, empezó a sentirse mal por lo que iba a hacer a petición de la madrastra. Así que, como vio que no era capaz de hacer el hechizo, se lo pensó dos veces y la dijo: “¡Huye, tienes que irte, vamos, corre! Si no, tu madrastra irá a por ti y te matará. Y por favor, no vuelvas nunca, sé que serás capaz de buscarte una vida tú sola.” Isabella muy triste, sorprendida, asustada, desconcertada y con lágrimas en la cara dijo: “¿Pero por qué? No quiero irme… Mi padre se preocupará mucho por mí y además, ¿A dónde iré?” Peter, el hechicero exclamó: “¡No hagas preguntas, eres valiente, esto será lo mejor para ti y para tu padre que siempre te querrá!”.

Isabella muy triste, empezó a correr y a correr, sin saber a dónde ir. Se oían aullidos a lo lejos pero ni siquiera tenía miedo, pues en ese momento lo único que pasaba por su cabeza era lo que sentiría su padre al ver que ella no regresaría más. ¿Le daría por muerta? ¿Por desaparecida? ¿Creería que se habría escapado? ¿Se trataría de un secuestro?... Tantas y tantas preguntas que no podría resolver…




De repente, encontró una pequeña casa de madera, sin puertas ni ventanas. La princesa tenía mucho frío y decidió meterse allí. “¿Hola?, ¿hay alguien?” Nadie contestó. Miró para un lado y para el otro, pues aparte de sueño, tenía mucha hambre. No había nada para comer, así que salió fuera en busca de algo de comida y, según iba caminando por los alrededores, vio un caballo blanco atado con una cuerda a un tronco de un castaño.

Isabella se quedó sorprendida, pues sabía que ese caballo tan bonito debía de ser de algún hombre que viviera por allí. Antes de acercarse, decidió buscar algunas frutas para poder comer y, como era muy curiosa, sentarse junto al caballo y merodear por ahí.

Fue pasando el tiempo y cada vez estaba todo más oscuro, así que, en vez de volver a la casa que había visto antes, se acurrucó junto al caballo para no estar sola y se echó por encima una manta. Estaba demasiado cansada, necesitaba dormir un poco.

Cuando la princesa estaba profundamente dormida, apareció un caballero muy apuesto, alto, fuerte, con una capa roja de terciopelo, pelo oscuro y algo rizado, que llevaba una espada colgada a la izquierda de su traje. Isabella, al oír los ruidos del caballero al andar, se despertó y dio un grito al verle: “Aahhh… ¡No me hagas daño, por favor, no estoy armada!” Entonces, el caballero contestó: “¿Quién eres?, ¿qué haces aquí, con mi caballo?” y ella le dijo: “Lo siento Señor, me llamo Isabella y no tengo dónde ir, al oír los aullidos me asusté mucho y no quería estar sola”. El misterioso caballero le dijo entonces: “¿No tienes dónde ir? Puedes venirte conmigo si quieres, vivo con mis seis hermanos en esa casa de madera que hay allí, pasarás la noche con nosotros y mañana ya veremos, pues no son horas para que camines sola.” La princesa accedió y se fue con él.

“Pasa y te presento a mis hermanos” le dijo el caballero con amabilidad y, una vez dentro, subieron unas escaleras que estaban por detrás de la casa y que la princesa no había visto antes. “Estos son Alberto, Alejandro, Alonso, Álvaro, Andrés y Antonio… Yo soy Arturo”. Todos se parecían a él, unos más altos y otros más bajos, fuertes en su mayoría, con espada en el lado izquierdo del traje y todos la miraban con cara de sorpresa. En ese mismo momento, tras las presentaciones, empezaron a agobiarla con las típicas preguntas… “¿Quién eres?, ¿de dónde vienes?, ¿qué hacías sola durmiendo en medio del bosque?, ¿a dónde vas?, ¿cómo has llegado hasta aquí?, ¿cuál es tu nombre? Ella, que no tenía confianza en los siete caballeros, decidió inventarse la respuesta a las preguntas que le hacían, excepto el nombre. “Me llamo Isabella, vivo cerca de las montañas, con mis padres y mis dos hermanos. Me mandaron a casa de un familiar cercano, mi primo Sebastián. Quieren que le ayude trabajando en el campo pero me he desorientado y he acabado perdida así que, no sé cómo llegar”.

Ellos, mirándose con cara de extrañeza pero confiando en la joven Isabella, decidieron hacer un trato con ella. “Si prometes guardar nuestro gran secreto, te dejaremos quedarte con nosotros aquí, a cambio de que nos ayudes a cocinar, limpiar y colaborar en lo que te digamos. Es muy importante que no digas nada y que no intentes escapar una vez que sepas nuestro secreto, así que en tus manos está, piénsatelo bien antes de contestar. Aquí estarás a salvo, te cuidaremos, te daremos comida y tendrás una cama muy cómoda para dormir.” La princesa, que realmente no tenía dónde ir, pensó que nada podía ser peor que estar por ahí sola, sin nadie con quién vivir y compartir su vida, sin dinero ni comida. Así que, decidió aceptar el trato y escuchar atentamente lo que los siete caballeros le iban a decir.

“Somos siete falsos caballeros, nos dedicamos a saquear los carruajes que pasan por los largos caminos porque pertenecen a personas muy ricas cercanas al rey. Vamos de cueva en cueva guardando las riquezas que conseguimos y luego, las traemos aquí. Con eso tenemos lo necesario para vivir sin preocupaciones, y además ayudamos a la gente que lo necesita sin pedirles nada a cambio.” Dijo Arturo. Entonces, el segundo más pequeño de los hermanos, Alberto, afirmó: “Una vez fuimos al Reino y nadie nos quiso ayudar dándonos alimentos, no teníamos nada, malvivíamos. Una señora que decía ser la reina, nos echó a patadas de allí.” Alejandro, el más rencoroso de todos, dijo: “Además, estábamos cansados de que las personas cercanas al rey nos miraran por encima del hombro, nos insultaran y se rieran de nosotros, cómo si nosotros no tuviéramos derecho a vivir.”

Isabella estaba estupefacta con lo que oía por boca de esos siete hombres. Ella sabía que su padre era un hombre bueno, pero que la reina era la que se portaba mal con todo el mundo. Aun así ella había hecho un trato y además, se quería vengar de su madrastra. Sabía que los siete caballeros no eran malos, pero que necesitaban buscarse la vida de alguna manera.

Pasaron los años y la princesa, obviamente mucho más mayor, aprendió todo lo que los caballeros le habían enseñado. Ella cocinaba, limpiaba, les lavaba la ropa, cosía, curaba sus heridas e incluso les ayudaba a saquear esos carruajes llenos de riqueza de vez en cuando. Los hermanos querían mucho a Isabella, era una más en esa pequeña familia. Empezaron las miradas de complicidad, los piques entre hermanos… Y Arturo, el caballero más guapo, inteligente, valiente y hábil que la encontró aquella vez en el bosque, se había enamorado de ella así que, le molestaba que sus hermanos fueran demasiado cariñosos. “¿Qué pasa?, ¿qué te gusta? Bueno, ¿qué pregunta es esa?, sé perfectamente que te gusta, te gusta, te gusta…” Dijo Alonso, el hermano más chinche. “Cállate, a partir de ahora quiero que Isabella sea para ti y para los demás como una hermana.” Le dijo Arturo.

Un día, los siete hermanos salieron a robar como cada vez a los famosos carruajes del Reino pero, tras un desafortunado altercado, solo regresaron dos de ellos heridos y muy tristes a la hora del almuerzo.

“¿Qué ha pasado?, ¿por qué habéis tardado tanto? Y… ¿Dónde está el resto?” Preguntó Isabella muy nerviosa y preocupada al ver el aspecto de Andrés y de Antonio. “¡Nos han tendido una trampa! Cuando intentábamos saquear uno de los carruajes, han aparecido otros dos preparados para atacar. El resultado ha sido la detención de Arturo, Álvaro, Alberto, Alejandro y Alonso… Les van a juzgar en la plaza principal del Reino, mañana al amanecer y seguramente les destierren a otro lugar, muy lejos de aquí. Nosotros hemos podido escapar.”

Isabella, sin decir ni una palabra, salió corriendo de la casa, se montó en el caballo blanco de Arturo y se fue al galope. Sabía de sobra lo que iba a hacer. Galopó durante casi una hora a toda velocidad, hasta que llegó al Reino de su padre. Primeramente intentó entrar por la puerta principal y los guardias no la dejaron. Al ver que no iba a poder entrar tan fácilmente a ver a su padre, decidió montar un escándalo tirándoles piedras, arena e incluso destrozando las plantas tan bien cuidadas que estaban alrededor. Sabía que el rey se encargaría personalmente de castigar a todas las personas que realizaban actos de vandalismo en el Reino y por eso decidió que sería la única manera posible de comunicarse con él.

Pasado un rato, los guardias llevaron a la muchacha hasta el rey y la obligaron a arrodillarse ante él. Isabella levantó la cabeza y vio a su padre, mucho más viejo, con los ojos reflejando una gran tristeza y la mirada algo perdida. Llevaba mucho tiempo sin verle, casi seis años habían pasado desde la última vez.

“¿No me reconocéis, Padre?” El rey se quedo boquiabierto. “¡No puede ser!” Exclamó. “Mi hija murió hace mucho tiempo, ¡no te permito que digas eso!” Y dio un fuerte golpe en su trono. Entonces, Isabella sacó el colgante que le había dado su padre cuando era pequeña y se lo enseñó. “¿Lo recuerda, Padre? Jamás he olvidado quién soy.” El rey se levantó de su asiento y se acercó a la princesa. Puso las manos en su cara y unas lágrimas salieron de sus ojos. “Hija mía, ¿dónde has estado?, ¿por qué te fuiste? Pensé que habías muerto. El corazón de Isabella empezó a latir con mucha intensidad y sin decir ni una palabra abrazó a su padre con mucha fuerza. Entonces le contó todo lo que había pasado y le dijo que se tuvo que separar de él por culpa de Anastasia. Luego, muy alterada le explicó lo que había ocurrido con los siete caballeros que le habían cuidado durante todo ese tiempo y que cinco de ellos iban a ser juzgados al día siguiente, justo al amanecer.

El rey muy enfurecido mandó a todos los soldados de su confianza a liberar a los “caballeros”, pues quería hablar con ellos y, además de agradecerles todos sus cuidados hacia su hija, ofrecerles trabajo en el Reino. Después mandó capturar a Anastasia para castigarla enviándola a una cárcel a las afueras, más allá de las montañas y los grandes bosques, donde tendría que pasar el resto de sus días por lo mala que había sido y lo infeliz que le había hecho sentir desde que perdió a su hija.

Cuando tuvo delante a los siete hombres, les nombró caballeros y les dio dinero y tierras por todo lo que habían hecho. También les hizo un hueco en el Reino para que vivieran allí, con todo tipo de lujos. Pero… Arturo no se conformaba con todo eso. Arturo quería casarse con Isabella. Así que, le dijo al rey que lo único que le podía hacer feliz en la vida era tomar como esposa a su hija. El rey aceptó encantado y con mucha alegría les dio sus bendiciones. Así, fueron felices y pasaron los mejores años de su historia.



Y COLORÍN COLORADO, ESTE CUENTO SE HA ACABADO.


Justificación y explicación de la adaptación:


Personajes adaptados:

Princesa Rosalinda: Isabella
Madrastra: Anastasia
Soldado: Hechicero Peter
Los siete bandoleros: Los siete falsos caballeros

Como he dicho al principio de la actividad, he adaptado la historia para niños y niñas de 5-6 años, ya que creo que al pertenecer a la última etapa de Educación Infantil, tienen un vocabulario más amplio y entienden mejor lo que quieren decir las cosas. En este período, suelen preguntar para informarse, pues realmente quieren saber. Además, son capaces de preguntar el significado de una palabra si no la entienden, escuchan detalles que les llaman la atención, formulan preguntas con sentido y llaman a todos por su nombre. También aumenta notablemente su capacidad de atención, por lo que pueden permanecer haciendo una misma actividad durante al menos 45 minutos. Además, diferencian entre realidad y fantasía. Siguen la trama de un cuento y pueden repetir con precisión una secuencia de hechos.

Como podemos observar en los apuntes de la profesora, una de las cosas más importantes en este período que debemos tener en cuenta,  es a lo que Karl Bühler llama “edad de los cuentos”, aquélla en que la fantasía es parte de la realidad.

Creo que al usar vocabulario perteneciente a la Edad Media, como los caballeros, los criados, los reyes, las princesas, el Reino… Hace que se interesen más por la historia y les entre esa curiosidad que les define, pues a esta edad ya han trabajado probablemente en el aula con cosas relacionadas con este tema e incluso al ver dibujos animados en la televisión y películas en el cine.


Algunas adaptaciones a tener en cuenta:

- He querido cambiar la manera en que la madre de la princesa Isabella muere, pues creo que contárles a los niños y niñas que murió en un parto es más complicado de entender que decirles que murió de una fuerte enfermedad.

- He resaltado la manera en que Isabella se dirige a su padre, tratándole siempre de usted, ya que el lenguaje tiene que ser adecuado a las costumbres de esa otra época.

- El rey conoce a la madrastra en los jardines del reino, mientras pasea. Ésta ya tiene malas intenciones desde el principio aunque quiera esconderlas.

- En la historia de “la princesa y los siete bandoleros”, la madrastra manda matar a la princesa a través de un soldado que debe despeñarla por una montaña. He preferido que sea un hechicero el que hiciera el trabajo sucio, pues los niños y niñas en este período de edad tienen mucho interés por la fantasía, la magia, los poderes, los personajes fantásticos… Además rebosa su imaginación.

- La madrastra no sólo quiere matar a la princesa como en la historia original, sino que también quiere deshacerse del rey para tener ella todo el poder.

- Los siete bandoleros son siete falsos caballeros que están intentando vengarse de la gente que pertenece al círculo de confianza del rey. Creen que son todos como la madrastra, la cual no les quiso ayudar cuando pidieron ayuda en el Reino.

- He añadido la figura del caballo blanco, tan característica de los caballeros de esa época.

- El refugio de los siete hermanos está mucho más elaborado, viven en una casa en mitad del bosque pero aun así van de cueva en cueva guardando las riquezas que saquean por el camino para luego repartirlas a las personas que lo necesitan, además de esconder una parte para ellos mismos.

- Como buenos caballeros, no llevan pistolas como los bandoleros, si no que hacen uso de sus famosas espadas.

- Robaban exclusivamente carruajes de las personas ricas del Reino. 

- Los siete caballeros, como he dicho anteriormente, no se dedican solo a robar sino que intentan ayudar a todas aquellas personas que lo necesitan y cuidando a los más débiles porque se sienten identificados con ellos.

- La manera en que la protagonista consigue ver a su padre es muy diferente a la de la historia original. Ésta hace actos vandálicos para conseguir que la castiguen y así entrar al Reino y hablar con su padre.

- La figura del colgante para que el rey reconozca a su hija Isabella es otra de las cosas que me ha parecido interesante añadir al cuento.

- Los personajes son perdonados por el rey y les da dinero y tierras además de nombrarles caballeros de verdad.

- He preferido decir que a los caballeros les juzgarían en la plaza del Reino e intuyendo que les desterrarían de ese lugar a otro mucho más lejano, para excluir un tema tan violento como la horca. 


WEBGRAFÍA:

http://www.educacioninicial.com/ei/contenidos/00/0500/535.ASP
http://micorazondetiza.com/blog/caracteristicas-evolutivas-en-ninos-de-5-anos

OTROS:

Grabación del cuento “La princesa y los siete bandoleros” narrado en clase por la profesora y apuntes proporcionados por la misma.